jueves, 2 de diciembre de 2010

LA CAPILLA PALATINA DE AQUISGRÁN

1.EL CONJUNTO PALATINO DE AQUISGRÁN.Para estudiar la Capilla Palatina de Aquisgrán, que se construye entre los años 790 y 805, hay que tratar del conjunto palatino, donde se encontraba.
Todo este conjunto palatino, construido por Carlomagno como residencia privada predilecta, que va a ser posteriormente capital del Imperio, se erige en un lugar donde existían unas antiguas termas romanas. Se construyeron muchas residencias privadas durante todo el periodo carolingio, seguramente adaptaciones de antiguas villas romanas, pero la que va a tener mayor preeminencia va a ser el conjunto palatino de Aquisgrán.
Carlomagno quería crear en este lugar una segunda Roma, un conjunto palatino que tuviera el mismo esplendor de la Roma imperial. De hecho, Carlomagno hace traer materiales y elementos arquitectónicos como columnas y capiteles de la propia Roma y de Rávena.
La ilustración nos muestra una reconstrucción hipotética, basada en excavaciones de escasa envergadura, que se apoya más en las hipótesis de los historiadores que en los propios hallazgos arqueológicos. La capilla palatina es un edificio de planta central, muy transformada al exterior. Fue restaurada en el siglo XIX, principalmente en el decenio de los 80. Según diversos historiadores, aún quedarían restos del Aula Palatina o Salón del Trono, embebidos en los muros del edificio del Ayuntamiento de la actual ciudad de Aquisgrán.
Solo se conserva la Capilla Palatina, del resto no quedaría absolutamente nada, ni las dos pequeñas basílicas que había a sus lados, ni tampoco el atrio.
Los elementos fundamentales de este complejo palatino, estarían constituidos por las Termas, la Capilla Palatina, y el Aula Palatina, a los que se accedería desde una entrada monumental, en donde se encontraría el cuerpo de guardia. Estos tres edificios estarían unidos por corredores cubiertos que permitirían el paso desde el Aula Palatina a la Capilla Palatina.
Además del conjunto palatino, tendrían que haberse dispuesto otros edificios destinados a aposentos imperiales, residencia de funcionarios y clérigos de la corte, viviendas de la servidumbre, etc. Los únicos edificios que estaban construidos en piedra son los que se han conservado. El resto estarían construidos con otros materiales más perecederos, como la madera, la mampostería, etc.
Todos los edificios que conforman el conjunto palatino se disponen según un plan urbanístico de trazado modular, ordenado, regulado, pensado, y proyectado previamente.
El diseño toma como referencia el cuadrado y el triángulo. Por tanto, estaríamos hablando de un trazado geométrico en torno a un gran cuadrado, en cuyo lado se apoya exteriormente la base de un triángulo. En uno de los lados del triángulo se apoyaría el conjunto de las termas.
El espacio cuadrangular se configura con un módulo cuadrático de 12 pies carolingios de lado. El cuadrado del espacio cuadrangular tendría 30 módulos de 12 pies, cuyo resultado es un cuadrado de 120 m. de lado. Todo esto es una pura hipótesis, basada en los escasos datos arqueológicos que se poseen.
Hay una referencia al urbanismo romano pues el espacio se divide por dos vías perpendiculares de Norte a Sur y de Este a Oeste, como el “cardo” y el “decumano” romanos. La vía Este-Oeste uniría el complejo termal con la puerta monumental, y la vía Norte-Sur comunicaría el Aula Palatina con la Capilla Palatina.
El edificio del cuerpo de guardia, tuvo probablemente dos pisos. En la parte baja, se abría la puerta monumental, mediante arquerías. El piso superior estaría destinado para estancia del cuerpo de guardia del conjunto palatino.
El Aula Palatina era una nave de planta rectangular terminada en un ábside semicircular de grandes dimensiones. En sus muros laterales se abrían dos pequeñas exedras.
El Aula Palatina o Salón Regio, es el lugar donde el emperador Carlomagno recibiría a los visitantes ilustres, embajadores, etc. Toma como modelo el Aula Palatina constantiniana de Tréveris, o bien el “triclinium” del papa León III, en el palacio de San Juan de Letrán, que Carlomagno conocía. En el “triclinium” se producían los encuentros del emperador y su corte, con el papa y la curia pontificia . Por tanto, era un lugar muy importante desde el punto de vista político e ideológico, puesto que evocaba en si mismo esa idea de la unión Iglesia-Estado.

2. LA CAPILLA PALATINA DE AQUISGRÁN
La capilla palatina es conocida también como la catedral de Aquisgrán, Aachen o Aix-la-Chapelle, que son las otras dos denominaciones de la ciudad.
Es un oratorio de planta central, que tenía adosados al norte y al sur dos pequeños edificios de planta basilical y, al Oeste, un atrio con sus correspondientes pórticos, cuyos soportes tenían una disposición rítmica de pilar y columna alternados. En el interior de los pórticos longitudinales del atrio se disponían dos pequeñas exedras.
De todo el conjunto, solo se conserva la propia capilla dedicada a la Virgen María, que se empieza a construir en el año 790, la misma fecha en que se inician los otros edificios del complejo. Se sabe que la cubierta estaba cerrada en el año 797 y que se consagró en el año 805.
De este tipo de entregas simbólicas ya hay ejemplos en un mosaico de San Vital de Rávena. El arquitecto, la persona que idea la capilla palatina se llamaba Eudes de Metz, u Odón de Metz.
La capilla palatina tiene, en primer lugar, la función de oratorio privado del emperador Carlomagno, de oratorio personal, y en segundo lugar, es una iglesia-relicario en el sentido de que se construyó también para albergar un trozo de la capa de San Martín, santo venerado por los francos.
Esta venerada reliquia recibía el nombre de “capella” lo que va a dar finalmente al edificio el nombre de “capilla”. De manera, que cuando en esta época se hablaba de la “capella” se referían al edificio que albergaba estas reliquias en el conjunto de Aquisgrán, es decir, a la Capilla Palatina de Aquisgrán. A partir de este momento el término “capella” se va a generalizar, asociándose a los oratorios privados.
En la ilustración podemos apreciar como se organiza la planta del edificio en dos espacios poligonales concéntricos, con el atrio situado al oeste. El espacio central octogonal, dispone en sus vértices de pilares angulares, mientras que el perimetro exterior es un hexadecágono.
El acceso se realiza a través de un cuerpo, a modo de westwerk, con dos torrecillas laterales que permiten acceder al piso de tribunas.
En el extremo oriental del eje Este-Oeste, se encontraba un pequeño ábside cuadrangular, destinado a albergar el altar mayor, que fue sustituido en el siglo XIV por una capilla gótica. A partir de este momento la capilla palatina se convierte en catedral.
En el alzado, vemos como el espacio central se abre a un deambulatorio en el nivel inferior, y a un espacio de tribunas en el nivel superior.
El octógono central se articula interiormente en altura, con ocho grandes arcadas de medio punto que se abren al deambulatorio, y otras tantas que se abren en el nivel de tribunas. En el cuerpo superior de tribunas, cada arcada, queda dividida en dos alturas, la inferior está formada por tres arcos de medio punto, separados por dos columnas de mármol; mientras que la altura superior de cada arcada queda dividida en tres vanos por medio de dos columnas con sus correspondientes capiteles.
El octógono central estaba rematado por un tambor en el que se abrían ocho vanos de iluminación. Sobre el tambor, se articula una bóveda de paños de forma curvilínea por el interior, de modo que tiene la apariencia de una cúpula, mientras que por el exterior, el tejado presenta el aspecto de una pirámide octogonal.
La parte alta de la capilla ha sido sometida a fuertes restauraciones. A continuación del incendio que asoló Aquisgrán en 1224, se sobreelevó el tambor carolingio con una arquería de seis arcos
de medio punto por cada lado del octógono. Todo ello ardió en 1656 y fue reemplazado, ocho años más tarde, por la actual cúpula de paños coronada por una linterna.
En cuanto al sistema de cubrición es complejo, debido a la diferencia formal entre el octógono interior y el hexadecágono exterior. Eso obliga a realizar un sistema de cubrición en el deambulatorio del nivel inferior, de bóvedas irregulares de cuatro paños, entre los que se insertan pequeñas superficies abovedadas de forma de triángulo esférico.
En el nivel de tribunas, la cubierta se soluciona con bóvedas de cañón de eje radial, entre arcos de medio punto y entre ellas suplementos de bóvedas de forma curva. Este complejo sistema de abovedamiento nos indica la falta de habilidad técnica para resolver adecuadamente la estructura de las cubiertas. Además, estas bóvedas de cañón son bóvedas rampantes, es decir el punto donde se inicia el cañón y el punto donde termina están a diferente altura.
En cuanto al aspecto exterior de la capilla palatina ha sufrido grandes transformaciones tras los incendios. Primero fue remodelada en el siglo X, en época otónida, en el siglo XIII sufre un incendio, en el XIV se elimina el testero rectangular del ábside del altar y se añade una cabecera gótica. También hay cambios en el siglo XVII a causa de otro incendio, y finalmente se remodela en el siglo XIX.
El exterior es sobrio, totalmente desornamentado, la construcción en sillarejo, no es de mucha calidad. Por el exterior, la mayor parte del cuerpo central, corresponde a lo construido inicialment. Lo que no se conservado en su forma original es el remate de la cubierta del octógono interior.
El módulo occidental, por el que se accede al cuerpo central, está flanqueado por dos pequeñas torres, que le dan la apariencia de un westwerk. En su lienzo frontal se abre un enorme arco por debajo del cual se ingresa en el reducido vestíbulo que conduce a la capilla. Delante del arco, se encontraba un atrio que no se ha conservado, lo mismo que las dos pequeñas basílicas que se encontraban a ambos lados del cuerpo central. En la imagen de la derecha se puede apreciar la cuidada fábrica de sillarejo con la que estaba construida la capilla palatina.
Para la decoración de las grandes arcadas que se abren al octógono central, Carlomagno llevó a Aquisgrán columnas y capiteles corintios de pórfido, mármol y granito procedentes de antiguos monumentos de Roma y Rávena. El interior estaba completamente revestido de aplacados de mármol y de mosaicos, estos últimos en las bóvedas del deambulatorio y de la tribuna.. El mosaico de la bóveda de paños que cubre el octógono centras no es el original, aunque se realizó reproduciendo lo más fielmente posible los antiguos mosaicos, conocidos por dibujos anteriores al incendio del siglo XVII. En el siglo XVIII se decora la bóveda con estucos y finalmente en el XIX se intenta dar el aspecto original.
El espacio tiene voluntad de verticalidad, de elevación, que no acaba de manifestarse plenamente debido al aspecto macizo de los pilares que se acodan en la dirección de los lados del octógono. La construcción no da la impresión de ligereza, sino de una cierta pesantez por el uso de tanto aplacado marmóreo que le confiere una gran severidad muy a la romana. De manera que el espacio parece algo constreñido, sobre todo en comparación con la iglesia de San Vital de Rávena, de la que se ha dicho que fue su modelo.
Hay una gran riqueza en los materiales del interior de la capilla, como son las columnas y capiteles en mármol y pórfido, todos estos elementos reaprovechados. Buena parte de los recubrimientos marmóreos, incluso algunas columnas son del siglo XIX.
Sobre los capiteles se sitúan cimacios con el fin de aumentar la verticalidad. Los mosaicos con los colores azul ultramarino y fondos dorados tienen mucho que ver con la estética bizantina. Además hay otros materiales que contribuyen a la riqueza ornamental, como el metal, cuya técnica dominaban estos pueblos. Así, las puertas de bronce que cierran la entrada de la capilla, o las rejas de hierro forjado, con motivos geométricos, que dan paso a los vanos que se abren en las tribunas,.
Se han barajado posibles influencias de otros monumentos en la capilla palatina, a la hora de su trazado, tanto en su planta como en su alzado.
La capilla palatina, que se inserta en esa larga tradición de edificios de planta central con el cuerpo central sobreelevado, pudo haber recibido la influencia de la iglesia bizantina, de época de Justiniano I, de San Vital de Rávena, pues tiene la misma organización espacial, una planta poligonal con un octógono interior y deambulatorio sobre el cual hay un segundo nivel de tribunas.
Incluso en el alzado, el piso de tribunas se organiza mediante arquerías también tripartitas, sobre columnas, que se abren al cuerpo central. Aunque hay similitudes, también hay algunas diferencias importantes, como es el espacio central que de algún modo se abre entre los pilares hacia las dos columnas retrasadas entre ellos, pilares de menor grosor que junto con la expansión de espacio da un sentido de ligereza, de dinamicidad al espacio interior de San Vital, que no tiene el interior de la capilla palatina, mucho mas macizo y constreñido ni ese sentido de ascensionalidad que tiene San Vital, en donde se utilizan muchos mosaicos.
Los aplacados marmóreos de la capilla palatina, se cortan de tal manera que dibujan formas geométricas.
Por tanto, puede haber influencia de edificios de procedencia oriental, San Vital es bizantino. También ha podido haber influencia bizantina de los santos Sergio y Baco de Constantinopla. En cualquier caso, influencia pero no modelo directo.
Por otra parte, en la capilla palatina, se advierte influencia de la antigüedad clásica en esa solidez, pesantez de la arquitectura romana.
Además, del valor simbólico ideológico que tiene todo el conjunto palatino de Aquisgrán, como residencia principal del emperador y sede de la corte, la capilla palatina tiene un valor simbólico que evoca la Jerusalén celeste. En los mosaicos de la bóveda se representan a los 24 ancianos del Apocalipsis, venerando a Cristo en majestad, por tanto hablamos de la gloria que tiene lugar después del juicio final. Estas escenas de la cúpula han sido reproducidas en dibujos del siglo XVII, realizados antes del incendio que destruyó la bóveda. En el siglo XVIII, se colocó en su lugar una decoración de estucos y en la reconstrucción del siglo XIX se quitaron los estucos para reconstruir la decoración con mosaicos semejantes a los originales, con su misma iconografía.
Por tanto, tenemos la escena de Cristo en majestad, sentado en el trono siendo venerado por los 24 ancianos del Apocalipsis. En torno de la figura de Cristo, el tetramorfos, y como fondo teselas doradas para simbolizar esta gloria celeste. Esta es una referencia a la Jerusalén celeste.
Otra referencia, son las proporciones de las dimensiones de la capilla que evocan las mismas proporciones de la descripción de la Jerusalén celeste que se hace en el Apocalipsis, capítulo 21, en donde se dice que el lado de la Jerusalén celeste tiene 144 codos de longitud, el mismo número en pies del perímetro del octógono central de la capilla, en donde cada lado mide 18 pies que multiplicado por los 8 lados, nos proporciona el mismo número 144. Además el diámetro de la planta de la capilla palatina tiene la misma dimensión que la altura del cuerpo central, es decir 33 metros.
La altura de la obra original que se conserva es de unos 28 metros a los que hay que añadir la altura que tendría la techumbre original, es decir unos 5 metros, lo que suma la misma cantidad de 33 metros. Las proporciones estructurales confieren una cierta armonía al aspecto del interior.
En el piso de tribunas, en su lado occidental se sitúa el supuesto trono del emperador Carlomagno, justo enfrente de un altar dedicado al Salvador, también en el nivel de tribunas. Desde su trono, el emperador podría asistir a la celebración de la misa, contemplando el altar de Santa María en el ábside de la capilla. Por tanto, el emperador ocupaba una situación intermedia entre el cielo y la tierra.
De algún modo, el emperador aparecía como el vicario de Dios en la tierra, de la misma manera que lo era el “basileus” de Bizancio.
Respecto de la importancia de las proporciones en la sensación de armonía que se percibe en el interior de la capilla, Alcuino de York, uno de los clérigos mas importantes de la capilla palatina decía “Cuando las piedras vivas están ensambladas armoniosamente y los números coinciden todos por igual, entonces se levanta resplandeciente la obra del Señor que ha creado este templo”. Hay una evocación aquí a estas proporciones divinas, a que esta capilla es casi una obra de Dios.
En otra cita, dice: ”Es como una Jerusalén celeste que desciende de los cielos, es una corona de luz”. Con esta expresión, Alcuino se refiere, sin duda al tambor del remate en altura del espacio octogonal, en el que se abren vanos de iluminación, que junto con el oro de los mosaicos resplandecerían como una corona de luz.

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